miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Capital intangible o intelectual?

La economía globalizada en la que nos encontramos, en la que existe un elevado número de competidores, se ha visto impulsada por el desarrollo de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC). Muchos de los directivos de las entidades han visto en estas herramientas medios de competencia, desarrollo e innovación para sus empresas. Pero no sólo se están convirtiendo en meras herramientas para generar valor en la empresa, sino que además, se están convirtiendo en el soporte o base de su actividad principal.
Hace dos décadas aproximadamente, las empresas se componían en el 90% de activos tangibles: terrenos, oficinas, inmuebles, elementos de transporte y todo aquello necesario para ejecutar sus procesos productivos. Sin embargo, en la actualidad cada vez es más frecuente encontrarnos con empresas que únicamente operan en Internet, en las que muchas de ellas requieren básicamente un portátil y una adecuada plataforma web.
Aparece así pues, el concepto de empresa virtual en la que la generación de valor y beneficios no provienen únicamente de sus elementos tangibles, sino que cada vez con mayor frecuencia, depende de sus activos intangibles, también llamados capital intelectual.


Pero ¿qué es un activo intangible?
Según viene recogido en la NIC38 emitida por el IASB:
Un activo intangible es un activo identificable, de carácter no monetario y sin apariencia física. Un activo será identificable cuando:
Es separable, es decir es susceptible de ser separado o dividido de la entidad y vendido, transferido, explotado, arrendado o intercambiado, bien individualmente junto con un contrato, un activo o un pasivo relacionado.
  • Surge de un contrato o de derechos legales. Por ejemplo: licencias legales.
  • No se considerarán como activos intangibles aquellos activos financieros, así como los derechos mineros y reservas minerales.
Pero, no todos los activos intangibles se reconocerán en la empresa si no cumplen con los criterios de reconocimiento establecidos; por ello, únicamente una entidad reconocerá un activo intangible sí y sólo sí:
  • Es probable que los beneficios económicos futuros esperados se han atribuido al activo fluyan a la entidad.
  • El costos o el valor del activo puede ser medido con fiabilidad.
  • El activo no es resultado del desembolso incurrido internamente en un elemento intangible.
La Contabilidad no recoge todos aquellos elementos que sean creados por la propia empresa como por ejemplo: listas de clientes, sellos, marcas...etc. Serán recocidos como gasto de la empresa. Las entidades sólo reconocerán aquellos elementos intangibles como aquellos que sean adquiridos en una compra ,a través de una combinación de negocios, por adquisición de una subvención del gobierno o bien por medio de una permuta de activos.
    Y ¿qué es el capital intelectual?
    El capital intelectual es un concepto que ha aparecido recientemente con motivo del desarrollo de la información y comunicación y que se define como todo aquel material intelectual, la propiedad intelectual,la experiencia, el conocimiento profesional,que pueden utilizarse en la empresa para crear valor.
    En él se distinguen tres dimensiones:

    Capital estructural:estructura organizativa, formal e informal, métodos de trabajo, bases de datos, sistemas de I+D, sistemas de dirección y gestión y cultura de la empresa.

    Capital de mercado:relaciones que un cliente mantiene con sus clientes, proveedores, competencia, alianzas..

    Capital humano:habilidades, conocimientos, y destrezas individuales.

    Frente a este nuevo concepto se plantea la pregunta de ¿por qué no se valoran en la contabilidad si realmente con ellos quedan reflejados probables y futuros beneficios para nuestra empresa?
    Pues bien, la respuesta está en que no presentan los requisitos necesarios para ser definidos como activos intangibles. Estos elementos no pueden ser valorados con fiabilidad. ¿Cómo mediríamos el capital humano cualificado de nuestra empresa? ¿y el valor de las relaciones o fidelidad que posee ésta con sus clientes?

    Así pues, vemos que surge una confrontación cuando aparecen estos dos conceptos en la contabilidad de las empresas. Los conocimientos de las personas claves de la empresa, la satisfacción de los empleados, el know-how de la empresa, la satisfacción de los clientes, etc., son activos que pueden llegar a ser ventajas competitivas para la empresa y de creación de valor futuro y que, sin embargo, no son recogidos en sus estados contables. 

    En mi opinión, vemos como por un lado de la contabilidad, se puede pensar que exista un vacío en las normas contables puesto que no permiten la inclusión del capital intelectual, pero por otro lado, es evidente que dichas normas tratan de proteger a las propias empresas. Es decir, pretenden que las entidades no realicen falsas o inequívocas estimaciones para que éstas no se puedan ver perjudicadas y en definitiva cumplir todos los objetivos que se establecen y definen con la implantación de las NIIF.

    Muchas organizaciones empresariales se están movilizando y exigiendo la elaboración de sistemas de medición adecuados que permitan medir estos elementos que generan valor en la empresa.
    Personalmente, considero que es realmente complejo valorar este tipo de elementos en la empresa y estoy conforme con los motivos por los cuales la contabilidad no los excluye. Pero, pienso que se debería de tomar medidas para corregir esta situación, pues muchas empresas se podrían ver beneficiadas con ello. Los organismos internacionales de emisión de normas contables deben de reconocer este problema así como la necesidad de corregirlo. 
    Cambian las organizaciones, sus acciones, estrategias y así como sus su composición por lo que las normas también deben ser renovadas y flexibles para adaptarse a los continuos cambios de las empresas de nuestra sociedad.



    Fuente: Norma Internacional para las PYMES.

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